día dos
Escritura:
Jesús dijo: ¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible. ¡Sí, creo! exclamó de inmediato el padre del muchacho, ayúdame en mi falta de fe!
Marcos 9:23-24
Comentario:
¿Alguna vez has querido creer más de lo que en realidad crees? Este padre no lo disimula. Le lleva a Jesús la poca fe que tiene y le pide ayuda con el resto. Así suena la desesperación a veces: Creo… y necesito Tu ayuda. Así suena la desesperación honesta, humilde y necesitada. Jesús lo encuentra justo ahí, en su incertidumbre, y también te encontrará a vos.
Práctica:
Usa esto como ejemplo: Yo (tu nombre), necesito que tu me ayudes a ______.
Llena el espacio entre lo que puedes decir con confianza y lo que te cuesta decir con fe. Ese es el lugar donde vive la oración desesperada.
Confío en Ti. Ayúdame a confiar en Ti.
Te escucho. Ayúdame a escucharte.
Me rindo. Ayúdame a rendirme.
Es simple. Es honesto. Y te mantiene en una postura de dependencia desesperada: el lugar exacto donde a Dios le encanta encontrarnos.
Oración guiada:
Padre celestial,
hoy confío mucho más en lo que Tú puedes hacer
que en lo que yo puedo hacer.
Creo en Tu poder
y creo en Tus promesas.
Pero debo confesar que, a veces,
todavía lucho con la duda.
Enséñame a dudar de mi duda de inmediato.
Fortalece mi fe
en Tu capacidad y Tu bondad.
Cuando me cueste confiar en Ti,
recuérdame que nada es imposible para Ti.
Te entrego mis miedos e incertidumbres,
confiando en que Tú puedes transformarlos en fe y esperanza.
Asegúrame que Tú tienes el control
y que Tus planes siempre son buenos.
Ayúdame a ver Tu mano obrando,
sin importar cuán difíciles sean mis circunstancias.
Gracias por ser paciente conmigo.
Creo.
¡Ayúdame en mi incredulidad!