DíA tres

Escritura:

Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente.

Hebreos 4:14-16

Comentario:

Cuando estás desesperado, es fácil suponer que Dios está distante o decepcionado. Pero este pasaje contradice esa mentira. Jesús lo entiende. Él ha sentido lo que vos sentís. Ha cargado con debilidad, estrés, cansancio, dolor, y no se sorprende ni se sobrecarga cuando le llevás los tuyos. La desesperación no es algo que tengas que ocultarle a Dios. Es la razón por la que corrés hacia Él.

Práctica:

Esta es tu invitación para acercarte a Dios con valentía —no porque te sientas fuerte, sino porque Jesús entiende tu debilidad. Nombra el área en la que necesitás ayuda —con claridad y honestidad. Luego pídele exactamente lo que este versículo promete: misericordia, gracia y ayuda en tu momento de necesidad.

Sé directo. Sé específico. Sé desesperado.

Oración guiada:

Padre celestial,

hoy dame la confianza

para acercarme a Ti sin temor.

Recuérdame Tu amor

y Tu bondad hacia mí.

Tú eres el soberano de todo el mundo,

pero te importa mi vida.

Eres un Dios grande

y un Dios bueno.

Derrama gracia y misericordia

sobre mi vida hoy.

Reconozco cuánto te necesito

en cada paso que doy.

Ayúdame a recordar

que querés que me acerque a Ti

con mis necesidades y deseos.

Ahora, humildemente te pido

Tu presencia

y Tu ayuda en mi vida.

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