DíA diecinueve
Escritura:
“Señor, hazme conocer tus caminos; y enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad. Y enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvación. ¡En ti pongo mi esperanza todo el día! “
Salmo 25:4-5
Comentario:
David quiere conocer los caminos de Dios, no solo Su voluntad. Está pidiendo ser guiado por una verdad que no empieza en él, y caminar en sintonía con el Dios que salva. Ese tipo de oración requiere humildad, la que surge cuando reconocemos que necesitamos no solo respuestas, sino a Dios mismo.
La desesperación nos lleva a ese lugar. Expone nuestros límites y nos prepara para ser guiados.
Esperar es activo cuando sucede con Dios. El que espera en Él aprende a reconocer Su voz, a responder a Su dirección y a permanecer cerca, aun cuando el próximo paso no esté claro.
Práctica:
Acércate hoy a Dios con la disposición de ser guiado. Pídele que te haga más consciente de Su voz que de tus propios instintos. Pide claridad cuando Él la dé y confianza cuando no la dé.
La oración desesperada no se trata solo de recibir dirección, se trata de permanecer cerca de Aquel que nos guía.
Oración Guiada:
Padre Celestial,
Tus caminos son más altos que mis caminos,
Tus pensamientos son más altos que los míos.
Dame la humildad para confiar solo en Ti,
para acudir a Ti con mis anhelos más profundos.
En Tu gracia, enséñame Tus caminos,
muéstrame la senda que debo andar.
En un mundo de mentiras, guíame en la verdad.
En todo el mundo no hay nadie como Tú,
nadie que cuide de mí como lo haces Tú.
Tú me has escogido, salvado y redimido,
has derramado sobre mí amor y misericordia.
Por eso esperaré pacientemente en Ti,
y con gozo esperaré todo el día si es necesario.